
La comunicación es esencial para la vida en sociedad, y la lengua de signos es un sistema fundamental para las personas sordas o con dificultades auditivas. Muchas veces se confunde con el alfabeto dactilológico, pero cada uno tiene su función y características. Conocer la diferencia entre ambos ayuda a comprender mejor la riqueza y utilidad de la comunicación accesible.
La lengua de signos es un sistema lingüístico con gramática propia que permite comunicarse mediante gestos, movimientos de manos, expresiones faciales y posición corporal. No es un lenguaje universal, ya que cada país tiene su propia variante. En España, por ejemplo, se utiliza la Lengua de Signos Española (LSE) y en Cataluña, la Lengua de Signos Catalana (LSC).
Esta lengua tiene una estructura gramatical única, diferente del español hablado, y permite expresar ideas complejas con fluidez. No se trata solo de “traducir” palabras en signos, sino de utilizar un sistema de comunicación completo con normas específicas.
El alfabeto dactilológico es una parte de la lengua de signos, pero no es un idioma en sí mismo. Consiste en representar cada letra del abecedario con una configuración específica de la mano, permitiendo deletrear palabras, especialmente nombres propios o términos sin un signo equivalente.
Se utiliza cuando no hay un signo específico para una palabra o cuando se quiere enfatizar un término. Aunque es útil, no reemplaza a la lengua, ya que comunicar solo con el alfabeto dactilológico sería mucho más lento y menos expresivo.
Comprender la diferencia entre ambos conceptos es clave para valorar la importancia de la comunicación accesible y la inclusión de las personas sordas en la sociedad.
Continúa aprendiendo con los siguientes contenidos:
Piezas, movimientos clave…descubre la base del ajedrez
Herramientas inteligentes para gestionar tu asociación
Juega a ser director de cine con Inteligencia Artificial
Cargando, por favor espera...