Explicar las causas de la inflación puede parecer complejo, pero todos los acontecimientos que hemos vivido recientemente nos pueden ayudar a comprender la razón de que se esté produciendo. Inflación es sin duda alguna una de las palabras del año en 2022. En nuestro país, la escalada de precios ha superado la barrera psicológica del 10%, alcanzando niveles no vistos desde hace casi cuarenta años. Desde la gasolina a los productos básicos, en los últimos meses estamos asistiendo a una subida del coste de la vida que ha puesto en apuros a familias y empresas de todo tipo.
La subida del coste de la vida es un problema complejo, debido a numerosos factores que no siempre son evidentes. Aunque expertos de todo tipo achacan como principal causa el aumento del coste de la energía debido a las consecuencias de la guerra de Ucrania, lo cierto es que detrás de la inflación galopante de 2022 están una gran cantidad de factores los cuales explicaremos a continuación.
Si deseas conocer al detalle por qué se produce la inflación, qué consecuencias tiene y qué están haciendo los gobiernos para intentar remediarla, solo tienes que seguir leyendo este artículo.
La inflación se define como la subida de los precios de los bienes y servicios de un país que es generalizada y sostenida en el tiempo. En otras palabras: el aumento del coste de la vida provoca que, con el mismo dinero, tengas menos poder adquisitivo.
La inflación puede ser debida a muchas causas, pero principalmente se produce por un desequilibrio en la ley de la oferta y la demanda:
Existe un cierto consenso entre los economistas sobre la principal causa de la inflación: la invasión rusa de Ucrania. La cruenta guerra que el presidente Putin ha provocado supuso una fuerte reacción del mundo occidental, que ha cortado o limitado enormemente sus vínculos económicos con Rusia.
El problema es que Rusia y Occidente se detestan, pero se necesitan. El país de los zares es uno de los principales proveedores de energías fósiles al Viejo Continente, principalmente petróleo y gas natural. Desde la imposición de sanciones occidentales, los rusos han cortado el grifo del gas y el petróleo a Europa poco a poco, hasta reducirlo a niveles mínimos.
La consecuencia: al reducirse de manera drástica la oferta de energía, los precios han escalado de manera galopante, provocando consecuencias económicas tremendas para la Unión Europea.
La energía es la base de todo. Si su coste aumenta, puede provocar indirectamente subidas de precios en casi todos los sectores económicos. A pesar de los avances en transición energética, nuestro mundo es aún tremendamente dependiente de las energías fósiles: las usamos para generar electricidad, calentarnos, movernos y transportar bienes.
Por tanto, cualquier subida en su coste tiene su consecuencia. Si la gasolina es más cara, será más caro transportar productos a un supermercado, lo cual a su vez aumentará su precio…. Y ocurrirá lo mismo con prácticamente cualquier producto o servicio que podamos pensar.
En conclusión, es completamente cierto qué la escalada de los precios de la energía está en la base de la inflación galopante que sufrimos a lo largo de este año. No obstante, existen otros factores que no están siendo considerados, como veremos a continuación.
Como hemos podido ver en apartados anteriores, la inflación puede producirse por una oferta reducida; o por una demanda excesiva. La escasez de energía fósil nos sitúa en el primer caso, pues la falta de combustibles fósiles aumenta su precio y traslada este efecto al resto de la economía.
No obstante, es importante recordar en qué situación nos encontrábamos justo antes del estallido de la guerra de Ucrania.
Al finalizar la fase más dura de la pandemia del COVID 19, existió un brusco aumento de la demanda de productos y servicios en general. No es para menos: tras meses de cuarentena, la gente estaba ansiosa por comprar, salir y viajar. Muchos ciudadanos habían ahorrado al estar trabajando en casa y al ver reducida su vida social y querían gastar esos ahorros en cosas útiles.
No obstante, este exceso de demanda no puede ser compensada por la oferta, pues el sistema económico seguía ralentizado por el COVID: numerosas bajas médicas, despidos, falta de componentes, etc. habían dejado a sectores enteros sin personal suficiente para compensar la demanda. Esta situación tiró de los precios para arriba durante buena parte de 2021, aunque sin llegar a los niveles del presente año.
Ante esta situación, gobiernos e instituciones financieras se han puesto manos a la obra para intentar controlar las consecuencias de la inflación. Algunas instituciones como la Reserva Federal norteamericana o el Banco Central Europeo han tirado de algunos de sus clásicos antiinflacionarios: esto es, aumentar los tipos de interés.
Al aumentar los tipos de interés, se reduce considerablemente la cantidad de gente que puede acceder a un crédito, limitando de esta manera la capacidad de compra de muchos ciudadanos. Por tanto, se provoca una reducción artificial de la demanda y la inflación tiende a reducirse en el medio plazo.
A pesar de ello, la subida de los tipos de interés puede provocar una recesión y una crisis económica que recaiga sobre los bolsillos de los ciudadanos. Por esto, numerosos gobiernos han puesto en marcha una gran batería de medidas sociales para evitar que la escala de precios reduzca el poder adquisitivo de los trabajadores.
Como hemos podido ver, la inflación se provoca por un desequilibrio entre la oferta y la demanda de productos y servicios. Esta ha sido provocada principalmente por los efectos de la guerra de Ucrania, aunque los precios ya venían subiendo tras el brusco aumento de la demanda que supuso el final de la fase más dura de la pandemia.
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